Un zigurat o zig-gu-rat (zĭg`ə-răt) es un templo de la antigua Mesopotamia que tiene la forma de una torre o pirámide escalonada. El diseño de un zigurat va desde una simple base con un templo en lo alto, hasta las maravillas matemáticas y arquitectónicas con varias terrazas rematadas con un templo. La base podía ser de forma rectangular, ovalada o cuadrada. El núcleo del zigurat –la parte no expuesta a la intemperie– estaba construido de ladrillos secados al sol (adobe), mientras que la parte exterior estaba revestida de ladrillos cocidos, los cuales podían además estar vitrificados en diferentes colores; el acceso se realizaba mediante escaleras situadas en los lados del zigurat o que ascendían en espiral hasta la cima. Uno de los mejor conservados es el de Choga Zanbil en el actual Irán, en el territorio que ocupó el antiguo reino de Elam, el cual sobrevivió a los ocho años de guerra entre Irak e Irán. El zigurat más antiguo que se conserva es el de Kashan datado en el III milenio a. C.
Un ejemplo de un zigurat sencillo es el Templo blanco de Uruk, en la antigua Sumer. El zigurat en sí sólo es la base sobre la que se levanta el templo blanco. El propósito es acercar el templo al cielo, al cual se accede desde el nivel del suelo por unas escaleras.
Un ejemplo de un gran y complejo zigurat es el dedicado a Marduk en Babilonia. No ha quedado gran cosa de esta gran estructura, ni siquiera al nivel del suelo, pero las prospecciones arqueológicas y las noticias históricas que de él tenemos nos hablan de un zigurat de siete niveles pintados de diferentes colores, coronado con un templo de bellas proporciones. El templo parece haber estado pintado de color índigo al igual que el último nivel. Se sabe que había tres escaleras que llevaban al templo, dos de las cuales (las laterales) sólo ascendían hasta la mitad de la altura del zigurat. También era donde le rezaban a los dioses de Mesopotania.
Etemenanki, el nombre de la estructura, es una palabra sumeria que significa la fundación del cielo y la Tierra. Probablemente construida por Hammurabi, en su base se han encontrado restos de anteriores zigurats y otras estructuras. La última fase de construcción consiste en un revestimiento de 15 m de ladrillo construido por el rey Nabucodonosor.
Los zigurats no eran el lugar en que se realizaban actos públicos o ceremonias, sino que se les consideraba la morada de los dioses. Gracias al zigurat, la gente podía estar cerca de los dioses. Cada ciudad tenía su propio dios o diosa, de la cual era patrón. Sólo los sacerdotes tenían acceso al interior del zigurat para atender a las necesidades de los dioses, lo cual hacía de ellos un elemento poderoso de la sociedad.
Se ha sugerido que el zigurat era una representación simbólica del primitivo terraplén del cual se creó el universo o como un puente entre el cielo y la Tierra. Los sumerios los concibieron como una eje cósmico, un enlace vertical entre el cielo y la tierra, y entre la tierra y el mundo subterráneo, así como un enlace horizontal entre las diferentes tierras. Siete niveles representan los siete cielos o planos de la existencia, los siete planetas, los siete metales, cada uno de ellos asociado a su color correspondiente.
En total se conocen 32 zigurats; cuatro de ellos están en Irán y el resto principalmente en Irak. El último que se descubrió es el de Sialk, en Irán.
Aldea
Se conoce con el nombre de aldea al conjunto pequeño de viviendas y edificaciones que toman lugar en el ámbito rural. Una aldea es por lo general menor al pueblo y minúsculo en comparación con el tamaño de una ciudad promedio. Dentro de la aldea se encuentran más que nada casas para la residencia y vivienda así como también algunas otras edificaciones menores relacionadas con las actividades económicas que se desarrollen en el lugar (establo, granja, molino, depósito, etc.).
Una de las características principales de la aldea es que sus habitantes producen lo que consumen, limitando casi al mínimo los contactos con el exterior, ya sea tanto con aldeas vecinas o con pueblos o ciudades cercanas. Esto es quizás lo que hace que la aldea no crezca en tamaño como sí puede suceder con los pueblos, ciudades o megalópolis actuales. Al mismo tiempo, dentro de la aldea se desarrollan las prácticas consuetudinarias, los fenómenos culturales y la organización jerárquica que da forma a la vida cotidiana de sus habitantes, siendo por lo general esta muy única y particular.
Extremadamente comunes en la Antigüedad y en la Edad Media, las aldeas son hoy en día casi un fenómeno pintoresco, muy difíciles de encontrar. La aldea es considerada la primera y más antigua forma de organización comunitaria del ser humano, habiéndose construido las primeras en el período prehistórico Neolítico (aquel en el cual el hombre pasó del nomadismo al sedentarismo, dominando la agricultura y la domesticación animal). Esta forma de organización social no dejaría de ser común hasta que los primeros efectos de la Revolución Industrial (siglo XVIII) tomaran lugar, momento en el cual grandes cantidades de población rural debió emigrar a los cada vez más pujantes centros urbanos.
De más está decir que la aldea establece una profunda e íntima relación con el medio natural, consumiendo sólo los recursos naturales necesarios, produciendo sus materias primas a través del trabajo de la naturaleza y subsistiendo de la mejor manera posible de acuerdo a las condiciones climáticas y del espacio.
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