miércoles, 31 de agosto de 2011

NECROPOLIS

es un cementerio o lugar destinado a enterramientos. Etimológicamente significa ciudad de los muertos/cadáveres, pues proviene del idioma griego: necro, muerto o cadáver, y polis, ciudad. El término se emplea normalmente para designar cementerios pertenecientes a grandes urbes, así como para las zonas de enterramiento que se han encontrado cerca de ciudades de antiguas civilizaciones.
Las necrópolis fueron construidas por varias razones, a veces eminentemente religiosas, como la Necrópolis de Guiza, en Egipto. El llamado Valle de los Reyes surge durante el Imperio Nuevo, frente a Menfis, con el propósito de evitar los periódicos robos de los ricos ajuares funerarios de faraones y nobles egipcios, configurando los enterramientos como lujosas galerías subterráneas, pero ocultando y sellando sus accesos; la gran mayoría fueron saqueadas pocos años después.
San Agustín en Colombia.
 
Muchas culturas fundaron necrópolis en respuesta a la prohibición de practicar enterramientos dentro de los límites urbanos. Los caminos que partían de las ciudades fueron ornados con monumentos funerarios, especialmente en el Imperio romano. Aún pueden verse en la Vía Apia de Roma, en ItaliaHierapolis en Pamukkale, Turquía y en
Un buen ejemplo de necrópolis en América en la llamada Cultura San Agustín con antigüedad superior a 2000 años a.C. y donde se sepultaban los caciques principales de las etnias Americanas.
Durante el siglo XIX las necrópolis monumentales gozaron de un resurgimiento, alentado por la moda victoriana, con grandes y elaborados sepulcros.

La organización del espacio de las necrópolis
Durante la etapa romana los espacios urbanos fueron organizados según las necesidades que requería la población. Es decir, las áreas de habitabilidad ocupaban la mayor parte del núcleo urbano y dentro de ellas podemos diferenciar las zonas dedicadas a la vida política –el foro-, las áreas dedicadas a la economía y la industria –como los mercados-, las zonas destinadas a la religiosidad y las que estaban desarrolladas para la vida social, generalmente las construcciones lúdicas como los teatros, anfiteatros o las termas, entre otras.

Las necrópolis ocupaban un espacio concreto dentro del concepto de ciudad romana que se situaba en los alrededores del núcleo urbano. Pero si acentuamos nuestro análisis espacial dentro de las propias necrópolis hallamos unas áreas diferenciadas: las zonas dedicadas a los enterramientos o locus sepulchri y de otras dedicadas a los rituales postmortem.
Estas subdivisiones se realizaron mediante ejes de construcción que generalmente consistían en muros realizados con sillares, mampostería o incluso restos cerámicos alineados, los cuales dotaban al espacio de la necrópolis de una planificación elaborada que diferenciara, entre otras elementos, las zonas de enterramientos para personas con un mayor poder económico y social, las áreas de monumentos funerarios, los espacios para los enterramientos infantiles e incluso las áreas destinadas a fallecidos romanos o “aculturizados” frente a aquéllos que mantienen ritos culturales prerromanos.

Descripción de los principales rituales de enterramiento.
Los principales tipos de rituales durante la etapa romana suelen ser de dos tipos: incineración o cremación e inhumación.
El rito de la incineración
La incineración es un ritual que mantuvo desde la etapa fenicia hasta la romana debido al bajo coste que requiere, al escaso espacio que ocupa en una necrópolis y a su rapidez de ejecución.
Se pueden dividir en cremaciones primarias y secundarias según el lugar donde se realice la incineración; las primarias son aquellas incineraciones donde el cuerpo del fallecido se cremaba justo en el lugar donde iban a ser depositadas las cenizas mientras que las secundarias consisten en cremaciones que se realizan en un lugar determinado de la necrópolis para luego depositar las cenizas en otros espacio habilitado para ello, como podían ser columbarios o cualquier otro monumento funerario.
Las incineraciones se pueden considerar como ritos en los cuales no es necesaria una preparación del espacio para recibir los restos cremados del fallecido, sin embargo, tanto en la etapa romana podemos observar cómo se podía preparar el terreno mediante una fosa y colocar encima algún elemento de señalización de los restos, como cuberitas de mampuestos, ánforas o cualquier otro material.
En los casos de familias que tienen un estatus social destacado debido a la riqueza económica, patrimonial y política se podían ejecutar monumentos funerarios que trasladaban esa preponderancia a la necrópolis. Es el caso de los monumentos de columbarios romanos o panteones familiares, construcciones que servían como depósito de las cenizas del fallecido. Por supuesto, a mayor rango social de la familia del fallecido mayor será la calidad de los materiales utilizados en estas construcciones e incluso sus dimensiones.

En las necrópolis existían tres tipos de tumbas, en virtud del nivel social del difunto: las tumbas rudimentarias de los más pobres; las mastabas, en las que se enterraba a los personajes de la nobleza; y las pirámides, que estaban reservadas al faraón y su familia. Entre las primeras, se pueden establecer dos categorías: las más sencillas, que consistían en una fosa excavada en el terreno, donde se depositaba al difunto, en posición fetal y envuelto en una estera de caña; y otras, un poco más elaboradas, que consistían en una pequeña cámara construída con adobes, cuyas paredes se revestían de una capa de cal. En éstas últimas se han hallado, alrededor del difunto, objetos personales, piezas de vajilla y pequeñas piezas de piedra caliza o de alabastro.

En este último caso son muy características la aparición de urnas cinerarias depositadas en los nichos de los columbarios. Estas urnas pueden estar realizadas en varios materiales, desde la cerámica, el plomo o el vidrio y dentro de las mismas se depositan las cenizas e incluso pueden aparecer restos de ajuares.
Los enterramientos del tipo incineración o cremación son difíciles de datar salvo que en el momento de la excavación de los restos aparezcan elementos que nos indiquen algún espacio cronológico concreto, caso de cerámica en forma de tapadera -como en el caso de ánforas-, ungüentarios, ajuares o monedas.
Los enterramientos en forma de inhumaciones
Otras de las formas más comunes de rituales durante la etapa romana consiste en las inhumaciones, es decir, en colocar el cuerpo del fallecido sobre un espacio físico que en algunos casos está preparado para ese uso. Las inhumaciones difieren de la incineración o cremación en muchos aspectos; por supuesto en que el cuerpo no es cremado o incinerado pero además suelen ser más costosas que el rito anterior, ocupan más espacio en la necrópolis y requieren un ordenamiento más complejo del espacio funerario.

La diversidad de este tipo de enterramiento es muy variada aunque las más comunes que se pueden hallar en una excavación arqueológica son las que se denominan de fosa simple, es decir, inhumaciones que no requieren un trabajo previo muy complejo sino que en el propio terreno se realiza una fosa de cierta profundidad para colocar al cuerpo difunto y después cubrirlo.
La diferencia de este tipo de enterramiento estriba en la cubierta que podemos encontrarnos, pues existen inhumaciones que no tienen una cubierta preparada y sólo lleva la tierra que se ha extraído de la excavación de la fosa, otras que pueden tener una cubierta de tegulae, otro tipo con cobertura de opus, una mixta de conglomerado formado por opus y tegulae e incluso por restos de ánforas, entre otras. La diversidad de uso de tipos de cubiertas está relacionada con las materias primas que podamos hallar cerca de la zona de la necrópolis, la capacidad económica del fallecido e incluso las condiciones culturales de la población.
Por otro lado, una variante de este tipo de rito de enterramiento por inhumación se realiza mediante la colocación del cuerpo del fallecido dentro de una producción cerámica, generalmente un ánfora, para después ser cubierta por cualquier material o simplemente por tierra. Esta forma de enterramiento se da sobre todo en los fallecidos que pertenecen a la población infantil debido al tamaño del cuerpo.


miércoles, 24 de agosto de 2011

Piramides

Pirámides de Egipto

Las pirámides de Egipto son, de todos los vestigios que nos legaron los egipcios de la Antigüedad, los más portentosos y emblemáticos monumentos de esta civilización, y en particular, las tres grandes pirámides de Guiza, las tumbas o cenotafios de los faraones Keops, Kefrén y Micerino, cuya construcción se remonta, para la gran mayoría de estudiosos, al periodo denominado Imperio Antiguo de Egipto. La Gran Pirámide de Guiza, construida por Keops (Jufu), es una de las siete Maravillas del Mundo.

Antecedentes

La mastaba, prismática, era la sepultura de los soberanos del periodo arcaico de Egipto. Las razones del paso de las mastabas a las pirámides no se conocen bien, pero se menciona generalmente el deseo de alcanzar alturas cada vez más significativas para manifestar la importancia y el poder del faraón difunto.

La función de las pirámides egipcias

En los Textos de las Pirámides, grabados durante el Imperio Antiguo, existe una plegaria destinada al rey y su pirámide:
Oh Atum, pon tus brazos alrededor de este gran rey, alrededor de esta construcción, y alrededor de esta pirámide como los brazos del símbolo del ka, para que la esencia del rey pueda estar en ésta, perdurando para siempre.[1]
Oh Gran Enéada que estás en Heliópolis, haz que el (nombre) del rey perdure, haz que esta pirámide del rey y esta construcción suya perduren para siempre, como el nombre de Atum que preside sobre la Gran Enéada perdura.[2]
Esta última frase se repite muchas veces, variando los nombres de los dioses y sus epítetos.
Los textos citados indican la función de la pirámide: contener la «esencia» del rey por toda la eternidad. Según los mismos textos, el rey resucita, y asciende al cielo para vivir eternamente entre los dioses, transfigurado en una estrella. (ver: Componentes del ser humano en el Antiguo Egipto).

Primeras pirámides monumentales

A principios de la Dinastía III (c. de 2700 a. C.) las mastabas se transformaron en pirámides escalonadas, constituidas con varias gradas, a modo de una "escalera gigantesca" que se elevaba hacia el cielo.
La primera y más famosa de estas es la pirámide escalonada de Saqqara del faraón Dyeser (Zoser), cuyo arquitecto era Imhotep, que posiblemente quiso crear un monumento que se eleva hacia el cielo, como una gigantesca escalera, con el fin de simbolizar la ascensión del difunto del "mundo terrenal" hacia los "Cielos".
Dyeser, en Saqqara.
La siguiente etapa, en la evolución de las pirámides, fue la construcción ordenada erigir por el rey Seneferu, la llamada "pirámide romboidal", o "pirámide acodada", en la región de Dahshur, que se considera una etapa intermedia entre la "pirámide escalonada" y la "pirámide clásica", o de caras lisas. En la pirámide romboidal las caras están conformadas con dos pendientes, de inclinación decreciente en dirección a la cumbre. La ausencia de uniformidad de esta pendiente podría ser un efecto geométrico voluntario. O, como sostienen algunos expertos, debido a dificultades arquitectónicas, por la estabilidad de la pirámide (pendiente original demasiado fuerte), o su método de construcción (transporte de bloques a gran altura), o por dificultades de suministro (situación geopolítica), etc.




Pirámides de la época de Seneferu



Piramide Urbanismo:






Pirámides clásicas

Este tipo de pirámides es la etapa que conduce, en la fase última de evolución, hacia las pirámides clásicas, de caras lisas, de la Dinastía IV (c. 2500 a. C.); las más célebres son las pirámides de Keops, Kefren, y Micerino, erigidas en la meseta de Guiza, cerca de El Cairo.








Otros faraones de la dinastía IV iniciaron la construcción de sus pirámides, como Nebkara (Zawyet el-Aryam), pero quedaron sin concluir. El último faraón, Shepseskaf, erigió un monumento a modo de gran sarcófago pétreo, la mastaba de Shepseskaf en Saqqara. La pirámide de Dyedefra (Abu-Roash) llegó a ser 7 metros más alta que la de Keops, pero desde los romanos ha sido destruida para usar sus piedras en la construcción.
Durante la dinastía V la mayoría de sus reyes levantaron complejos de pirámides, en Saqqara y Abusir, pero de menores dimensiones y técnicamente muy inferiores. Prosiguieron erigiéndolas en Saqqara Teti, Pepy I, Merenra I y Pepy II, durante la dinastía VI.
En el denominado primer período intermedio de Egipto algunos gobernantes continuaron la tradición, como Neferkara Neby, Jui, Ity, o Merykara, pero apenas quedan restos.
Es en el Imperio Medio (dinastía XII, c. 1990 a. C.) cuando se levantan las últimas grandes pirámides, pero con núcleos de adobe y revestimiento pétreo, actualmente desmoronado.
Otros faraones de la dinastía IV iniciaron la construcción de sus pirámides, como Dyedefra (Abu-Roash) y Nebkara (Zawyet el-Aryam), pero quedaron sin concluir. El último faraón, Shepseskaf, erigió un monumento a modo de gran sarcófago pétreo, en Saqqara.
Los faraones del Imperio Nuevo prefirieron construir grandes templos e hipogeos en la zona de Tebas.
Pirámides pétreas menores y más estilizadas fueron erigidas por los dignatarios de la dinastía XXV (c. 747 a. C.), en Napata y Meroe (Kush).

La construcción

Las pirámides muestran, para su época, el gran conocimiento de los técnicos egipcios y la capacidad organizativa necesaria para construir tales monumentos con medios muy simples; pero nada parece indicar que hiciera falta una tecnología superior a la que disponían los egipcios representada por "ingenios" de madera, trineos e, hipotéticamente, usando la rueda, en forma de rodillos de madera y rampas.
No se sabe con certeza cómo se construyeron las pirámides, pues no han perdurado documentos de su época que lo describan. Además, se utilizaron diversos materiales (piedra escuadrada, piedra sin tallar, adobe) y variadas técnicas en la construcción de sus núcleos (apilamiento de bloques, muros resistentes conformando espacios rellenos de cascotes, etc.).
La hipótesis más aceptada es la siguiente: previamente se procedía a aplanar el terreno rocoso, y excavar canales para inundarlos de agua y así poder marcar líneas de nivel con las que se preparaba una superficie horizontal. Después se rellenaban los surcos. A continuación se excavaba la cámara subterránea y se comenzaba la edificación. La mayoría de los bloques de piedra eran cortados en canteras próximas al lugar de construcción. Se transportaban otros de las canteras del sur del país con ayuda de gigantescas barcazas. Los bloques se colocaban a continuación sobre trineos y se arrastraban hasta su emplazamiento definitivo.

Teorías sobre su construcción

Existen numerosas teorías, meramente especulativas, sobre el método de construcción de las pirámides egipcias, pero los especialistas no se ponen de acuerdo en numerosos puntos, debido a la total ausencia de documentos, de esas épocas, que describan el proceso seguido para edificarlas. Algunas de estas teorías son:
  • Sin rampas: según comentaron a Heródoto los sacerdotes egipcios, comenzaban construyendo una serie de "gradas" y utilizando "ingenios" de madera, subían los bloques desde el suelo a la primera "grada", luego a la segunda, y así sucesivamente. Es el modo de construir más lógico, posteriormente utilizado por griegos, romanos, maestros de obras medievales, etc., con "ingenios" de madera.
  • Rampa incrementada: la construcción se realizaba conformando una gran rampa de arena, rectilínea, que aumentaba de altura y anchura según crecía la pirámide. Presenta, entre otras, la dificultad de ampliar la rampa y el gran volumen de esta, superior incluso al de la pirámide y el trabajo requerido en montarla y desmontarla.
  • Múltiples rampas: las piedras eran levantadas sobre cada hilada para acceder al siguiente nivel. De llevarse así a cabo la construcción habrían tenido que salvar, entre otras, la gran dificultad que supone colocar los últimos bloques de cada nivel.

Teorías sobre quienes las construyeron

Existen distintas teorías acerca de quienes construyeron las pirámides. La más difundida de ellas cuenta que fueron construidas por miles de esclavos y esta leyenda aún se sigue contando a los turistas; incluso ha sido reflejada en algunas películas de Hollywood.
Zahi Hawass sostiene que fueron obreros y muy bien tratados. En una intensa investigación, Mark Lehner encontró muchos huesos de vaca en la calle principal de la ciudad, tantos como para darles de comer a miles de hombres durante casi un siglo. Además, también encontró miles de raspas de pescado. Supuso que además de carne de vaca también se les daba toneladas de pescado del Nilo.

Fecha estimada de construcción de las mayores pirámides

En Egipto se han hallado más de cien pirámides de la época faraónica. La siguiente tabla muestra una cronología de la construcción de las pirámides de mayor tamaño. Cada pirámide está identificada con el faraón que ordenó edificarla, la fecha aproximada del reinado y su localización geográfica actual.

viernes, 19 de agosto de 2011

MESOPOTAMIA

Mesopotamia (del griego: Μεσοποταμία, meso-potamía, ‘entre ríos’, traducción del antiguo persa Miyanrudan, ‘la tierra entre ríos’, o del arameo beth nahrin, ‘entre dos ríos’) es el nombre por el cual se conoce a la zona del Oriente Próximo ubicada entre los ríos Tigris y Éufrates, si bien se extiende a las zonas fértiles contiguas a la franja entre los dos ríos, y que coincide aproximadamente con las áreas no desérticas del actual Irak. El término alude principalmente a esta zona en la Edad Antigua.

 HISTORIA

En el interior de Mesopotamia, la agricultura y la ganadería se impusieron entre el 6000 y el 5000 a. C., suponiendo la entrada de lleno al Neolítico. Durante este período, las nuevas técnicas de producción que se habían desarrollado en el área neolítica inicial se expandieron por las regiones de desarrollo más tardío, entre ellas la Mesopotamia interior. Este hecho conllevó el desarrollo de las ciudades. Algunas de las primeras fueron Buqras, Umm Dabaghiyah y Yarim y, más tardíamente, Tell es-Sawwan y Choga Mami, que formaron la llamada cultura Umm Dabaghiyah. Posteriormente ésta fue sustituida por las culturas de Hassuna-Samarra, entre el 5600 y el 5000 a. C., y por la cultura Halaf entre el 5600 y el 4000 a. C. (Halaf tardío).
Aproximadamente en el 3000 a. C., apareció la escritura, en aquella época utilizada solo para llevar las cuentas administrativas de la comunidad. Los primeros escritos que se han hallado están escritos sobre arcilla (muy frecuente en aquella zona) con unos dibujos formados por líneas (pictogramas).
La civilización urbana siguió avanzando durante el período de El Obeid[3] (5000 a. C.3700 a. C.) con avances en las técnicas cerámicas y de regadío y la construcción de los primeros templos urbanos.
Tras El Obeid, se sucede el Período de Uruk, en el cual la civilización urbana se asentó definitivamente con enormes avances técnicos como la rueda y el cálculo, realizado mediante anotaciones en tablillas de barro y que evolucionaría hacia las primeras formas de escritura.

 LOS SUMERIOS

Después del año 3000 a. C. los sumerios crearon en la baja Mesopotamia un conjunto de ciudades estado como lo son Uruk, Lagash, Kish, Uma, Ur, Eridu y Ea cuyo medio económico se basaba en el regadío. En ellas había un rey absoluto, que se hacía llamar «vicario» del dios protector de la ciudad. Fueron los primeros en escribir (escritura cuneiforme), también construyeron grandes templos.

EL PERIODO DINASTICO ARCAICO

La difusión de los avances de la cultura de Uruk por el resto de Mesopotamia dio lugar al nacimiento de la cultura sumeria. Estas técnicas permitieron la proliferación de las ciudades por nuevos territorios y regiones. Estas ciudades pronto se caracterizaron por la aparición de murallas, lo que parece indicar que las guerras entre ellas fueron frecuentes. También destaca la expansión de la escritura que saltó desde su papel administrativo y técnico hasta las primeras inscripciones dedicatorias en las estatuas consagradas de los templos.
Pese a la existencia de las listas reales sumerias la historia de este período es relativamente desconocida, ya que gran parte de los reinados expuestos en ellas tienen fechas imposibles. En realidad, estas listas se confeccionaron a partir del siglo XVII a. C., y su creación se debió probablemente al deseo de los monarcas de remontar su linaje hasta tiempos épicos. Algunos de los reyes son probablemente reales pero de muchos otros no hay constancia histórica y otros de los que se sabe su existencia no figuran en ellas.

EL IMPERIO ARCAICO

Los semitas eran nómadas que habitaban en la península arábiga. Hacia 3000 a. C. se extendieron hacia el norte, fundando diferentes grupos como los amorreos, en los que se incluyen fenicios, israelitas y arameos. En Mesopotamia los más importantes fueron los acadios.
Hacia 2350 a. C., Sargón, un usurpador de origen acadio, se hizo con el poder en la ciudad de Kish. Fundó una nueva capital, Agadé y conquistó el resto de ciudades sumerias, venciendo al rey de Umma hasta entonces dominante, Lugalzagesi. Este fue el primer gran imperio de la historia y sería continuado por los sucesores de Sargón, que se tendrían que enfrentar a constantes revueltas. Entre ellos destacó el nieto del conquistador, Naram-Sin. Esta etapa marcó el inicio de la decadencia de la cultura e idioma sumerios en favor de los acadios.
El imperio se deshizo hacia el 2220 a. C., debido a las constantes revueltas y las invasiones de los nómadas amorreos y, principalmente, gutis. Tras su caída, la región entera cayó bajo el dominio de esta tribu, que se impuso sobre las ciudades-estado de la región, especialmente en el entorno de la destruida Agadé. Las crónicas sumerias los describen constantemente de forma negativa, como "horda de bárbaros" o "dragones de montaña", pero es posible que la realidad no fuese tan negativa; en algunos centros se produjo un verdadero florecimiento de las artes. Es el caso de la ciudad de Lagash, especialmente durante el gobierno del patesi Gudea. Además de la calidad artística, en las obras de Lagash se utilizaron materiales provenientes de regiones lejanas: madera de cedro del Líbano o diorita, oro y cornalina del valle del Indo; lo que parece indicar que el comercio no se debió ver especialmente lastrado. Las ciudades meridionales, más alejadas del centro de poder guti, compraban su libertad a cambio de importantes tributos; Uruk y Ur prosperaron durante sus IV y II dinastías.

EL IMPERIO PALEOBABILONICO

En 1792 a. C. Hammurabi llega al trono de la hasta entonces poco importante ciudad de Babilonia, a partir de la cual comenzará una política de expansión; en primer lugar se liberó de la tutela de Ur para, en 1786, enfrentarse al vecino rey de Larsa, Rim-Sin, arrebatándole Isín y Uruk; con la ayuda de Mari, en 1762 venció a una coalición de ciudades de la ribera del Tigris, para, un año después, conquistar la ciudad de Larsa. Tras esto se proclamó rey de Sumer y Acad, título que había surgido en tiempos de Sargón de Acad, y que se había venido utilizando por los monarcas que conseguían el dominio de toda la región de Mesopotamia. Tras un nuevo enfrentamiento con una nueva coalición de ciudades conquistó Mari, tras lo cual, en 1753, completó su expansión con las conquistas de Asiria y Eshnunna, al norte de Mesopotamia.
Con el paso de los siglos la imagen del monarca se mitificó, no solo debido a sus conquistas, sino también a su actividad constructora y de mantenimiento de los canales de riego, y a la elaboración de códigos de leyes, como el conocido código de Hammurabi. Todo esto le colocó en la estela de Sargón I.
Hammurabi murió en 1750 a. C., tras lo cual reinó Samsu-iluna, quien tuvo que enfrentarse a un ataque de los nómadas casitas. Esta situación se repetiría en 1708, durante el reinado de Abi-Eshuh. En efecto, desde la muerte del conquistador, los problemas con los casitas se habían multiplicado. Esta presión fue constante y en progreso durante el siglo XVII a. C., lo que fue desgastando al imperio. Fue un ataque del rey hitita, Mursili I, lo que le dio la puntilla, tras lo cual la región cayó bajo el poder de los casitas.




CULTURA

Las culturas de Mesopotamia fueron pioneras en muchas de las ramas de conocimiento; desarrollaron la escritura que se denominó cuneiforme, en principio pictográfica y más adelante la fonética; en el campo del derecho, crearon los primeros códigos de leyes; en arquitectura, desarrollaron importantes avances como la bóveda y la cúpula, crearon un calendario de 12 meses y 360 días e inventaron el sistema de numeración sexagesimal.
Sus restos, aunque quizás todavía hay muchos por descubrir, muestran una cultura que ejerció una poderosa influencia en otras civilizaciones del momento y por ende el desarrollo de la cultura occidental.


Zigurat-Imagen Aldea

Un zigurat o zig-gu-rat (zĭg`ə-răt) es un templo de la antigua Mesopotamia que tiene la forma de una torre o pirámide escalonada. El diseño de un zigurat va desde una simple base con un templo en lo alto, hasta las maravillas matemáticas y arquitectónicas con varias terrazas rematadas con un templo. La base podía ser de forma rectangular, ovalada o cuadrada. El núcleo del zigurat –la parte no expuesta a la intemperie– estaba construido de ladrillos secados al sol (adobe), mientras que la parte exterior estaba revestida de ladrillos cocidos, los cuales podían además estar vitrificados en diferentes colores; el acceso se realizaba mediante escaleras situadas en los lados del zigurat o que ascendían en espiral hasta la cima. Uno de los mejor conservados es el de Choga Zanbil en el actual Irán, en el territorio que ocupó el antiguo reino de Elam, el cual sobrevivió a los ocho años de guerra entre Irak e Irán. El zigurat más antiguo que se conserva es el de Kashan datado en el III milenio a. C.









Un ejemplo de un zigurat sencillo es el Templo blanco de Uruk, en la antigua Sumer. El zigurat en sí sólo es la base sobre la que se levanta el templo blanco. El propósito es acercar el templo al cielo, al cual se accede desde el nivel del suelo por unas escaleras.
Un ejemplo de un gran y complejo zigurat es el dedicado a Marduk en Babilonia. No ha quedado gran cosa de esta gran estructura, ni siquiera al nivel del suelo, pero las prospecciones arqueológicas y las noticias históricas que de él tenemos nos hablan de un zigurat de siete niveles pintados de diferentes colores, coronado con un templo de bellas proporciones. El templo parece haber estado pintado de color índigo al igual que el último nivel. Se sabe que había tres escaleras que llevaban al templo, dos de las cuales (las laterales) sólo ascendían hasta la mitad de la altura del zigurat. También era donde le rezaban a los dioses de Mesopotania.
Etemenanki, el nombre de la estructura, es una palabra sumeria que significa la fundación del cielo y la Tierra. Probablemente construida por Hammurabi, en su base se han encontrado restos de anteriores zigurats y otras estructuras. La última fase de construcción consiste en un revestimiento de 15 m de ladrillo construido por el rey Nabucodonosor.
Los zigurats fueron un tipo de templo común para sumerios, babilonios y asirios.
Los zigurats no eran el lugar en que se realizaban actos públicos o ceremonias, sino que se les consideraba la morada de los dioses. Gracias al zigurat, la gente podía estar cerca de los dioses. Cada ciudad tenía su propio dios o diosa, de la cual era patrón. Sólo los sacerdotes tenían acceso al interior del zigurat para atender a las necesidades de los dioses, lo cual hacía de ellos un elemento poderoso de la sociedad.
Se ha sugerido que el zigurat era una representación simbólica del primitivo terraplén del cual se creó el universo o como un puente entre el cielo y la Tierra. Los sumerios los concibieron como una eje cósmico, un enlace vertical entre el cielo y la tierra, y entre la tierra y el mundo subterráneo, así como un enlace horizontal entre las diferentes tierras. Siete niveles representan los siete cielos o planos de la existencia, los siete planetas, los siete metales, cada uno de ellos asociado a su color correspondiente.
En total se conocen 32 zigurats; cuatro de ellos están en Irán y el resto principalmente en Irak. El último que se descubrió es el de Sialk, en Irán.







Aldea

Se conoce con el nombre de aldea al conjunto pequeño de viviendas y edificaciones que toman lugar en el ámbito rural. Una aldea es por lo general menor al pueblo y minúsculo en comparación con el tamaño de una ciudad promedio. Dentro de la aldea se encuentran más que nada casas para la residencia y vivienda así como también algunas otras edificaciones menores relacionadas con las actividades económicas que se desarrollen en el lugar (establo, granja, molino, depósito, etc.).
Una de las características principales de la aldea es que sus habitantes producen lo que consumen, limitando casi al mínimo los contactos con el exterior, ya sea tanto con aldeas vecinas o con pueblos o ciudades cercanas. Esto es quizás lo que hace que la aldea no crezca en tamaño como sí puede suceder con los pueblos, ciudades o megalópolis actuales. Al mismo tiempo, dentro de la aldea se desarrollan las prácticas consuetudinarias, los fenómenos culturales y la organización jerárquica que da forma a la vida cotidiana de sus habitantes, siendo por lo general esta muy única y particular.
Extremadamente comunes en la Antigüedad y en la Edad Media, las aldeas son hoy en día casi un fenómeno pintoresco, muy difíciles de encontrar. La aldea es considerada la primera y más antigua forma de organización comunitaria del ser humano, habiéndose construido las primeras en el período prehistórico Neolítico (aquel en el cual el hombre pasó del nomadismo al sedentarismo, dominando la agricultura y la domesticación animal). Esta forma de organización social no dejaría de ser común hasta que los primeros efectos de la Revolución Industrial (siglo XVIII) tomaran lugar, momento en el cual grandes cantidades de población rural debió emigrar a los cada vez más pujantes centros urbanos.




De más está decir que la aldea establece una profunda e íntima relación con el medio natural, consumiendo sólo los recursos naturales necesarios, produciendo sus materias primas a través del trabajo de la naturaleza y subsistiendo de la mejor manera posible de acuerdo a las condiciones climáticas y del espacio.

viernes, 12 de agosto de 2011

Babilonia

fue una antigua ciudad de la baja Mesopotamia. Ganó su independencia durante la Edad Oscura, tras lo cual se convirtió en capital de un vasto imperio bajo el mandato de Hammurabi (siglo XVIII a. C.). Desde entonces se convirtió en un gran centro religioso y cultural. Aún en época helenística, ya despojada de su segundo imperio y caída en desgracia frente a otras grandes ciudades como Persépolis, Alejandro Magno quiso convertirla en su capital.[1] En el año 312 a. C. Seleuco I Nicátorimperio Seléucida a Seleucia, aposentada sobre el río Tigris y no sobre el Éufrates por rapidez de las nuevas vías comerciales. Los babilonios fueron invitados a mudar sus residencias. Para entonces la ciudad había entrado en franca decadencia, siendo abandonada por la mayoría de sus habitantes poco después.[2] A pesar de ello se les permitió quedarse a los sacerdotes de Bēl -relacionados con el templo de Año Nuevo-, y la ciudad funcionó como residencia real durante la ocupación parta.[3] trasladó la capitalidad del
Actualmente sus ruinas, parcialmente reconstruidas por Saddam Hussein a finales del siglo XX, se encuentran en la provincia iraquí de Babil, 110 km al sur de Bagdad.


Originalmente la ciudad se llamaba Ká.dingir, trascripción romanizada de la escritura cuneiforme del sumerio Ka-dingirra(k), ocasionalmente escrito también Ká.dingir.ra y Ká.dingir.ma. Transliteralmente significan Puerta de los dioses o Puerta del dios. Algunos autores han relacionado este topónimo con Bãbil, también escrito Ba(b)bal, formas preacadias. Posteriormente Ká.dingir fue traducido al acadio, resultando la forma Bãb-ilim, que evolucionó en sus dialectos asirio y babilonio, a partir de la dinastía casita, en una gran variedad de formas, como Bab-ilu y Bab-ilani, de las cuales deriva la forma en antiguo griego Βαβυλών (Bab-ilu-on o Bab-il-on, según textos), génesis de las actuales formas occidentales, como Babilonia (en español), Babylon (en inglés) y Babylone (en francés).
La ciudad Historica
Esquema urbanístico 
De ciudad de provincias a capital imperial
La ciudad más antigua fue destruida por Senaquerib, por lo que no conocemos su forma. Aunque es singularmente difícil estudiar la ciudad anterior a Hammurabi debido a que está por debajo del nivel freático del terreno, parece que fue una ciudad de provincias sin originalidad arquitectónica ni urbanística. Sabemos que ya con la primera dinastía babilonia se dotó a la ciudad de murallas.


 Defensa

La muralla del recinto interior consistía en un doble cinturón defensivo de 7 metros de anchura, al que se le añadía un foso conectado con el río que la rodeaba. El espacio entre los dos muros, de unos 12 m, estaba rellenado con tierra en toda su altura. Había una torre cada más o menos 50 m, con lo que se calcula que hubo cerca de 350. La defensa se completaba con rejas de hierro sumergidas en el Éufrates, allí donde terminaban las murallas, para evitar que el enemigo pudiera vadear el río por sus zonas menos profundas. Las murallas, en ese punto, se protegían del efecto del agua untándose con brea.
El río jugaba un papel importante en la defensa ya que, además de la utilización de sus aguas para crear los fosos, constituía una barrera natural para el recinto exterior, bordeando uno de sus lados.



 El uso de los ladrillos vidriados, policromados y pintados al esmalte fueron técnicas muy populares en la ciudad de Babilonia. Quizá los más famosos fueron los de la Puerta de Ishtar, que presentan relieves de animales y seres mitológicos sobre tonos azules. Con el tiempo se convirtieron en la característica más llamativa de la ciudad del siglo VII a. C., cuando el uso de cerámica vidriada para recubrir los exteriores de los edificios se convirtió en algo común.

La técnica es más antigua y había sido empleada por los casitas hacia el año 2000 a. C. y en Asiria, aunque no tan ampliamente. Ya Sargón II (siglo VIII a. C.) había decorado tres puertas de las murallas de Dur Sharrukin con relieves y ladrillos vidriados.

Monumentos

De acuerdo con los textos existieron 43 santuarios en Babilonia. Nabopolasar tímidamente y Nabucodonosor II a gran escala emprendieron una ambiciosa reconstrucción y un embellecimiento de los templos, labor continuada en algunos edificios por Nabónido. Los más importantes fueron los siguientes:

  • Etemenanki: Zigurat de la ciudad, situado al norte de Esagila, junto al centro geométrico de la ciudad, con lo que la dominaba; esto se interpreta como una preponderancia del poder religioso. Poseía sus propias defensas y anejos. Dedicado a Marduk, la deidad local, ha sido reiteradamente identificado como la bíblica Torre de Babel. En el año 323 a. C. Alejandro Magno ordenó demolerlo para volver a reconstruirlo enteramente. Su muerte, sin embargo, inhabilitó su reconstrucción. Se conservan su planta y restos de tres anchas escaleras.Protegido por un perímetro amurallado dentro del cual había otros edificios, destacaba en éste la llamada Puerta Sagrada o Puerta Cerrada, que daba directamente a la Avenida de las Procesiones y que sólo se abría durante dos meses al año, con motivo de las procesiones en honor de Marduk.
  • Esagila: Complejo religioso dedicado a Marduk. Los babilonios pensaban que estaba construido en el lugar donde había nacido toda vida en la creación del mundo, y sobre el apsû, el Submundo acuoso, y que era una conexión con el mundo del dios Anu. Destruido por Senaquerib y ruinoso en la época neobabilónica, fue cuidadosamente reconstruido por orden de Nabopolasar y especialmente de Nabucodonosor II,[ quien también ordenó restaurar una famosa estatua de oro del dios
  • Templo del Año Nuevo: Estaba situado al norte del recinto interior, entre la avenida de las Procesiones y el río. En él se celebraba la fiesta de Akitu, equivalente al comienzo del año, en honor de Marduk. La fiesta, que duraba varios días y en la que participaba el propio rey, era considerada de máxima importancia, de modo que su no celebración se registraba con temor en los anales. Aún en el año 205 a. C. Antíoco III el Grande, rey seléucida, participó en las fiestas de Año Nuevo de Babilonia.
  • Templo de Ishtar de Agadé: Uno de los templos dedicados a Ishtar de la ciudad, situado en medio de un área residencial.
  • Templo de Nabu: Situado en el recinto interior, cerca de la puerta de Ishtar y al oeste de la Avenida de las Procesiones, fue construido en adobe. Los suelos y el patio se cubrieron de betún, mientras que los muros del altar se decoraron con motivos geométricos. En base al análisis de su planta se cree posible que funcionase como escuela o seminario.